HoySeJuegaFem estuvo charlando con las jugadoras del equipo de fútbol femenino del Club Almagro, que se define por el sacrificio, la amistad y la constancia de un grupo de mujeres con diferentes realidades

“Lo más importante es el equipo, el resto es todo cuento. Gracias por venir, nos vemos el domingo”, concluye el entrenamiento del viernes a la noche Mario Giménez (65), reconocido DT de mujeres desde hace más de 30 años. Ha trabajado en clubes como Barracas Central, Lugano, Huracán, UAI Urquiza y Puerto Nuevo.

Las jugadoras se relajan, mientras se abrigan y comen budín con mate cocido. “Sácate la camiseta de River que te da frío”, le grita una a la otra bromeando. Las futbolistas parecen estar en un permanente clima de buen grupo. Sonríen durante la charla a pesar del frío, el cansancio de haber trabajado todo el día, haber entrenado duro y viajado desde diversos lugares a Ciudadela, en la zona oeste del Gran Buenos Aires.

Entrenan tres veces por semana y están jugando el campeonato de la AFA. El equipo está en la B Nacional, representan al Club pero en lo económico se solventan a sí mismas. Mario es jubilado y las dirige por “placer y vocación”. Para las jugadoras de Almagro jugar al fútbol es lo que más les gusta de sus vidas, aunque por varias razones no está en primer plano.

“Llegamos de lejos a las corridas y nos vamos volando después de entrenar, algunas tenemos hijos y hacemos malabares para venir”, cuenta Sabrina (27) de Saavedra, quien tiene una nena de tres años. Es la capitana del equipo y la jugadora con más experiencia en fútbol de 11, el resto siempre había jugado al futsal.

“El fútbol para nosotras es un gran cable a tierra y un lugar donde nos identificamos para sobrevivir de la ciudad de la furia donde estamos en un partido permanente, pero todos contra todos y cada uno en la suya”, reflexiona otra jugadora que también se llama Sabrina (29), de Floresta. Es una de las más altas y Mario le recordó públicamente cómo ha mejorado su físico de manera notable desde que empezó a entrenar en el Club.

“La vida te va llevando por diferentes lugares donde tenés la elección en todo momento si el fútbol va a ayudarte a salir más fácil de una situación difícil”, finaliza Sabrina quien parece tener un rol muy comprometido con el equipo.

¿Están nerviosas?, se les preguntó por el partido del domingo. “Ahora no. Hasta que vemos al rival”, dice Yeimi (20) de Lugano, riéndose. Ella es la segunda jugadora con más experiencia en 11 después de Sabrina, quien también se ganó el respeto por su sacrificio y bajo perfil. Tiene una colita tirante y un pelo morocho que brilla, mantiene siempre la mirada fija, como si la concentración fuese su máxima cualidad.

Almagro de mi vidaSe vuelve a acercar Sabrina, la capitana comentando que vivieron un quiebre como equipo hace dos partidos. “Teníamos una actitud tóxica dentro de la cancha, hasta que nos empezamos a apoyar entre nosotras, entendiendo cuando algo le sale mal a la otra y respetando el esfuerzo de cada una”, comenta con las manos dentro del bolsillo del buzo canguro.

Se acerca la noche y la temperatura cada vez baja más. Están todavía con el cuerpo en calor después del fuerte entrenamiento. “Yo soy la más chica”, bromea Galla que tiene cuarenta y dos años y veinte como preparadora física. Estaba jugando a la par de las chicas y pasó desapercibida hasta que comenzó la charla y las jugadoras le dieron el lugar que se merece.

“Chicas ¿cómo definimos al equipo?, les pregunta Galla en lugar de hablar sobre su experiencia. Todas coinciden que están en crecimiento y formación. Otra le dice a Mario: “¿Cómo nos definís vos?”. Él responde: “Hay que compartir tiempo, horas y mucho trabajo. Grupalmente de 1 a 10 ya estamos en 6, futbolísticamente en 5”, dice el DT.

“No tenemos que ser como todos los argentinos que nos creemos que sabemos todo”, agrega Mario, mientras junta los conos que oficiaron de arco durante el entrenamiento.

Al lado está el predio de la cancha de Almagro que las chicas no pueden pisar para entrenar. Para jugar de local alquilan canchas fuera del Club. Las jugadoras muchas veces reciben recursos del equipo de fútbol masculino que están séptimo en la tabla de posiciones dentro de la B. Surge el debate de qué se podría hacer para profesionalizar este deporte femenino y ganar derechos. Tema que merece otra charla. “Yo las entreno como si fuesen del Manchester”, concluye Mario.

 

Colaboró con esta nota Guillermina Riva Carretti.

Twitter: @GuillerminaRC

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