Siempre cuesta conseguir una arquera. Es una posición ingrata porque un error es un gol. Pero en el arco tenés la posibilidad de ver toda la cancha, anticiparte a las jugadas, ordenar al equipo y, también, jugar todo el partido. Hoysejuegafem entrevistó a tres arqueras que nos cuentan sus experiencias en la valla: Valeria Ávila, Verónica Ávalos y Luciana López.
Desde chiquita jugaba al fútbol con su hermano en la vereda. Muchos años después, trabajando en un programa de recreación se abrió un espacio de fútbol al que se sumó probando como defensora. En un partido se desgarró y al regreso de la lesión estaba un poco más temerosa. Vio el arco vacío “porque, como siempre, nadie quiere ir entonces yo fui y me di cuenta de que me sentía hasta más contenida. Era un lindo lugar”. Y desde ese momento se adueñó del arco, tanto, que le valió el apodo de “Vale arquera”.
A Valeria Ávila todas la quieren en su equipo -me incluyo porque compartí partidos con ella-. Sus compañeras dicen: “con Vale hacemos la diferencia”. Difícil hacerle un gol, en el mano a mano se agranda. “Vas viendo hasta dónde llega la jugadora, si la tenés que salir a cortar antes o la dejás avanzar. No es tanta la habilidad, hay mucho en la imagen que una transmite. Le hacés la psicológica. Cuando empezás a salir y hacés un poco de presencia si la jugadora le erró dos veces, la tercera viene mal, no se relaja. Y se contagia un efecto de nervios de que va a costar”, dice Vale sobre su estrategia. Y trasladando esta idea a los penales, si bien es algo azaroso, “trato de hacer un poco de monería para poner nerviosa a la jugadora”.
Antes de salir a la cancha prepara su kit que incluye: vincha para tener despejada la cara, guantes, rodilleras, canilleras. “Voy mucho al piso y las rodilleras son fundamentales para evitar los moretones. Ya voy por el tercer par”. Para ella es clave también la entrada en calor. “Si no hago calentamiento aparecen los tirones”. Es jugadora de cancha de cemento, con sus amigas la fija durante siete años fue juntarse los domingos en el club Estrella de Boedo. “Era el ritual cuando pegaba el bajón para hacer algo divertido y realmente primaba lo recreativo y pasar un buen momento. Los torneos me estresan bastante, si bien tengo más adrenalina, jugando con amigas me divierto más”.
Domingo de torneo
Arranco a las 13 a ver los partidos del torneo Gambeta Femenina en el predio de Salguero Fútbol en el Complejo Costa Salguero. Allí me encontré con Luciana López y Verónica Ávalos, arqueras de La Descosemos Club. Ambas eligieron ser arqueras “ya que siempre es complicado conseguir alguien para el arco”. Pero también alternan posiciones para moverla en la cancha y por eso juegan en diferentes equipos. “Es difícil ser arquera porque no hay un entrenamiento específico, tenés que hacer lo que te sale y hay mucho de instintivo”, opinan las chicas.
“En otras posiciones te equivocás y no pasa nada, en el arco te equivocaste y te metieron un gol”, dice Luciana. “Nadie quiere atajar por miedo y yo me animé. Trato de mirar mucho partidos, ver videos. Es prueba y error”. Hace poco, con su equipo tuvo una semifinal que se definió por penales, “fue la experiencia en la que más nerviosa estuve. Por suerte todo salió muy bien y pasamos a la
final. En esa situación trato de mirar mucho lo que quiere hacer la jugadora, si mira algún palo o algo así”.
No usa rodilleras, dice que le cuesta mucho tirarse. “Juego bastante con los pies. Lo que más me gusta del arco es tener la visión de la cancha, meter pelotas profundas, tratar de salir jugando. Soy bastante arriesgada. Es una posición en la que tenés que estar ordenando todo el tiempo y que es necesario hablar y también gritar”. Cuando comenzó a atajar se fracturó un dedo y desde entonces siempre usa guantes, “me siento más cómoda y segura”. Para los tiros de esquina, “si me veo superada en altura soy más bien de esperar e ir a la segunda jugada”. Algo que también destaca de su posición es que como arquera “jugás todo el partido”. Su cábala es usar siempre la misma camiseta para atajar: la de River.
Verónica hace cuatro años que juega al fútbol y desde hace dos que decidió alternar posiciones en la cancha y probar como arquera. Asegura que “la práctica y el entrenamiento es lo que te lleva a mejorar”. Ella le pone las manos a la pelota, no usa guantes. “Si bien amortiguan los golpes a veces patinan y sobre todo los días de lluvia”. La vi atajar justamente con la superficie mojada, con mucha seguridad y sin los guantes. Es una arquera que va mucho al piso, hace barridas y las rodilleras son clave para no lastimarse. “También me vendo los tobillos y uso canilleras por los choques”.
Cuenta que según la superficie varía la velocidad de la pelota y hay que estar atenta a esos cambios. Ella entrena en cemento donde la bocha es más rápida y juega en césped sintético, una superficie más pesada.
“En el arco veo toda la cancha, analizo cómo viene la jugada y le hablo mucho a mis compañeras, a veces demasiado (risas). Yo siempre quiero ganar y cuando jugás torneos hay más presión y te ponés más nerviosa”.
Terminamos la charla con Luciana y Verónica, ya no hay más tiempo, vienen sus compañeras a buscarlas porque va a comenzar el próximo partido.